Hace tan solo 4 meses Vicentin entró en concurso, al igual que miles de empresas que han pasado por similares procesos durante crisis económicas. A su vez, hay una causa penal e investigaciones que involucran a ex funcionarios. Algo que inevitablemente nos recuerda a la expropiación de YPF, donde lamentablemente el Estado hizo un pésimo negocio, salvo el de dar impunidad a los responsables del vaciamiento. Ni hablar de la expropiación de Ciccone, tema aparte en esta historia.
No hay justificativos para la expropiación, más que motivos políticos e idelógicos, sobre todo. Motivos que se esconden detrás de absurdos justificativos como el de la «soberanía alimentaria», justamente en un país donde el sector agroindustrial tiene la capacidad de generar alimentos para 10 argentinas. Una falacia total, digna de un Gobierno que tiene en sus genes el totalitarismo.
Está jugada es una mala señal a los mercados, justamente en medio de negociaciones de deudas. Nadie puede negar que la imagen de Chávez a los gritos de «exprópiese», se hace presente en este momento.
Es evidente que detrás de esta decisión está Cristina Fernandez de Kirchner, el resentimiento ideológico de ir por el campo empieza por la intervención de los mercados, ya lo hicieron hace unas semanas con el Proyecto de Junta Nacional de Granos. Hoy la Reforma Agraria, la del «neo comunismo», se hace a través de la renta, más fácil, directa e incluso ni siquiera tienen que laburar ni invertir un solo peso de su capital y sin dudas, ésta expropiación les deja en bandeja una herramienta útil para la intervención directa del estado en los mercados. El sueño del modelo chavista criollo.