Señor Presidente.
Solicité la palabra, ya que he sido aludido por quien me antecedió en el uso de la palabra, por algunos dichos míos que han sido totalmente tergiversados hace unos días, donde se forzaron interpretaciones ridículas, las cuales en los hechos hablan más de quienes las hicieron, que de mí.
Expresiones que hacían referencia a experiencias personales con respecto al trabajo familiar en explotaciones agropecuarias y que nada tenían que ver, con negar la existencia de trabajo o explotación infantil, ni mucho menos, una defensa de esto.
En primer lugar, quiero dejar muy bien en claro, que mis dichos para nada fueron en el sentido de avalar, defender o levantar la bandera del trabajo infantil y mucho menos, de la explotación infantil.
Realmente hay que tener la mente muy retorcida, una falta total de humanidad y sobre todo, desconocer nuestra legislación vigente y los tratados internacionales a los que nuestro país adhiere, para considerar que alguien puede defender esta aberración.
Pero bueno, más allá de eso, entiendo que estamos en un año electoral, que toda discusión siempre va a estar surcada por una absurda grieta ideológica y sobre todo discursiva, que a la falta de logros tangibles para mostrar, ya sea en el plano nacional o provincial, bienvenida la construcción del relato, las conjeturas ridículas y el resentimiento que se percibe en cada una de las palabras que acabamos de escuchar.
No pienso extenderme mucho, Señor Presidente, solo hacer mención en algunos hechos que pueden demostrar que en vez de hablar, algunos hacemos. Lo cual termina poniendo en evidencia, que muchos se cuelgan del relato, mientras otros dejan un legado trascendente para nuestro país y sobre todo, para nuestros niños.
Como muchos ya saben, soy Diputado de la Coalición Cívica ARI, partido político fundado por la Dra. Elisa Carrió, quien ha sido la ideóloga e impulsora del Ingreso Ciudadano a la Niñez, que después fue copiado en partes y apropiado políticamente por CFK cuando se implementó la Asignación Universal por Hijo, la cual debemos resaltar, en honor a la verdad, que de universal no tiene absolutamente nada.
Pero en fin, como les contaba, para aquellos que no lo saben o creen que la Patria se creó con la llegada del kirchnerismo, dicho ingreso buscaba garantizar a los menores de 18 años una renta básica que le permitiera cubrir las necesidades más básicas de la vida: alimentación, salud y educación. Y de esta manera, crear una red de contención estatal para evitar que las personas y sobre todo los niños, caigan en la pobreza. Esa fue y es una de nuestras principales banderas partidarias, de las cuales llevamos con mucho orgullo. ¿A ustedes les parece, Sr. Presidente, que podría estar en este partido, si realmente estuviera a favor de la explotación infantil? Piensen, no cuesta demasiado.
Lamentablemente, esa herramienta que desde mi partido imaginamos y por la cual trabajamos, está muy lejana a lo que hoy sucede, donde el 50% de los argentinos son pobres y sobre todo, el 75% de los niños de los conurbanos, están en condiciones de pobreza. Chicos, que deben rebuscarse desde pequeños para poder comer, revolviendo basura, acarreando carros pesados con cartones, limpiando vidrios en los semáforos o en el peor de los casos, explotados por las mafias del narcotráfico en connivencia, en la mayoría de los casos, con muchos sectores políticos que hacen del Estado una empresa personal. Sino recordemos cuando, por ejemplo, el Intendente Isshi, permitía que las ambulancias de José C. Paz fueran usadas para repartir merca por el conurbano. Señor Presidente, no seamos cínicos, como cuando avalamos o encubrimos a quienes después explotan y utilizan a nuestros niños, nos convertimos en explotadores.
O las otras mil veces que hemos visto a los niños siendo utilizados o mejor dicho, explotados, por la política, cargándolos como hacienda en colectivos junto a sus mamás, muchas de ellas a su vez embarazadas para participar en actos, manifestaciones, piquetes y protestas, a cambios de dádivas, planes, bolsones de comida, siempre bajo la atenta mirada de control de punteros políticos, agrupaciones sociales o sindicatos. De eso, ustedes saben muchísimo diputados del oficialismo. Vuelvo a repetir, no sean cínicos. Menos palabras, menos posteos en redes sociales repudiando malas interpretaciones, y háganse cargo de lo que han generado.
Pero volviendo al proyecto de nuestro partido, donde nosotros pensábamos un país en el que todos los niños pudieran comer, ir al colegio y gozar de buena salud, para poder tener infancias felices, jugar, estudiar, divertirse y crecer saludablemente. que de hecho es lo que se defiende en los Derechos del niño.
Pero, lamentablemente, ésto se contradice con la triste realidad que estamos atravesando, vuelvo a repetirlo una y mil veces: tenemos un 50% de argentinos pobres, 75% de los niños de los conurbanos por debajo de la línea de pobreza, las escuelas y comedores cerrados durante un año y medio y tenemos una deserción escolar que supera el 30%.
Expliquenme Sr. Presidente. ¿De qué manera van a combatir el trabajo o la explotación infantil con ese caldo de cultivo que están generando? Y ni hablar de la mitad de las pymes de nuestro país en lamentable situación económica o prácticamente en la ruina.
¿Sabe que Sr. Presidente? Ahí es donde la realidad se come al relato, donde las palabras huecas se las lleva el viento y donde el cinismo queda desnudo.
Pero volviendo a mis expresiones, aquellas que generaron que varios se bañaran en agua bendita y salieran con el dedo acusador a despojarse de culpas y responsabilidades, como algún ex Barón del Conurbano que gobernó uno de los distritos más pobres del país durante 25 años, uno de esos distritos donde hoy el 75% de los chicos son pobres y pesan sobre su espalda denuncias de enriquecimiento ilícito, mientras él no puede explicar el origen de sus propiedades. Eso sí que es cinismo puro, Señor Presidente.
Pero ahora si, volviendo a mis tuits, aquellos que nos trajeron a este momento, tuits que para nada buscaban invisibilizar la existencia de trabajo o explotación infantil en nuestro país, porque de hecho existe y es un flagelo que nos debe reunir fuera de todo tipo de especulación, utilización política o estigmatización a un solo sector productivo como “el campo”, que ustedes han elegido como enemigo y responsable de todos sus propios fracasos.
¿Saben donde hay trabajo o explotación infantil, Señor Presidente? Donde hay miseria y ausencia de educación, territorio demasiado fértil para algunos espacios políticos que han sabido aprovecharse de ellos. Pero también hay en muchas producciones intensivas, familiares y de subsistencia, como bien les gusta promover políticamente a ustedes, disfrazadas de producciones “agroecológicas”. Muchas de ellas no muy lejos de este recinto.
Además de los cordones verdes del conurbano, también se da en explotaciones familiares precarias donde se cultiva algodón, como en Chaco, caña de azúcar como en Tucumán y donde se produce yerba mate o té, como en Misiones. ¿Y saben que, Sr. Presidente? No es casualidad que cada una de las provincias que acabo de nombrar, desde la vuelta a la democracia hayan sido y siguen siendo, gobernadas por el peronismo. ¿Casualidad o causalidad? Sr. Presidente.
Pero bueno, ya para terminar y volviendo a mis expresiones, demás está decir que solo buscaban hacer referencia a través de una experiencia personal, al igual que la de cientos de miles de argentinos, a esos casos donde el trabajo es tomado como un ejemplo a seguir, como formación o capacitación, lejos de todo tipo de explotación. Donde el trabajo es tomado como un valor de orgullo dentro de familias donde se cultiva y enriquece la cultura del trabajo, del sacrificio y sobre todo, del mérito, por eso no me sorprende que algunos no lo hayan entendido así.
Muchas gracias, Señor Presidente