Después de meses de especulaciones, hasta podríamos decir “años”, el tan esperado 10 de diciembre de 2015 se acerca a pasos agigantados.
La posibilidad que Cristina Fernandez de Kirchner se ausente en el acto de traspaso de mando, parecen ya descartadas, dada la escueta reunión de ayer junto al Presidente electo Mauricio Macri.
La sospecha ahora, es sobre como será la ceremonia, la cual, conociendo las mulas (o la burra, mejor dicho) con las que aramos, podríamos suponer que:
1) será más un acto de “despedida” que de asunción, dado que ella buscará ser el centro de atención del acto;
2) la militancia rodeará el Congreso Nacional, a modo de “último show” populista como ya nos tiene acostumbrados, entremezclados con ciudadanos independientes que preferirán las banderas celestes y blanca, a las multicolores de militantes rentados;
3) el discurso estará centralizado en hacer hincapié en los principales “logros” del modelo, a los largo de los últimos 12 años, y por supuesto, basados en cifras y estadísticas falsas;
4) la estrategia de CFK, se basará en entregarle a Mauricio un “país ordenado, en crecimiento, y sin pobreza”, todo lo contrario a lo que supuestamente, “ellos recibieron”. Fundamentado ésto, por supuesto, en cifras dibujadas a gusto y piacere de la primer mandataria saliente;
5) El discurso de ella, estará dirigido (en contenido) al núcleo duro de la militancia K, arengando un “pronto regreso”, al papel activo que harán como oposición, y que serán ellos mismos (su juventud gloriosa, los militantes) los responsables de velar que los “logros obtenidos” no sean tirados por la borda.
En fin, será un acto más para satisfacer los aires (ya desinflados) de grandeza que a Cristina le encanta exhibir, no faltará el cotillón militante, las lágrimas de cocodrilo, las invocaciones a “EL”, ni las focas aplaudidoras llorando desconsoladamente, pero eso si, será el último, no habrá más, y será la última vez, que el populismo kirchnerista se exprese con grandilocuentes actos, por supuestos todos, pagados con el dinero de nuestros impuestos.
Señoras y señores, Nunca Más.