Sr. Presidente
Hay símbolos que nacen con un espíritu noble y permanecen inmutables en el tiempo, y no importa el lugar y la época, todos los que se encuentren con ellos sabrán exactamente lo que representan, como la cruz roja o esa mujer ciega sosteniendo una balanza.
Hay otros símbolos, en cambio, que nacen de la teorización de causas justas pero en la práctica y la realidad mutan y se desvían; símbolos que fueron interpretados por la población con un significado y luego su real utilización cambian, y así, desviado de su origen, termina degradando el valor que afirmaba significar. La hoz y el martillo es un ejemplo de eso, simbolizó para millones la unión de los trabajadores, que entre la industria y la agricultura se unirían para un futuro próspero, pero con la llegada al poder del régimen comunista fue nada más que un símbolo de opresión, muerte y pobreza. El comunismo en donde gobernó, en América Latina, en Rusia, en Europa Oriental, en China, en el Sudeste Asiático, provocó y persiguió deliberadamente la muerte de millones mediante el más cruel terrorismo ejercido desde el Estado. Sometió cruelmente a muchos países y llevó al colapso económico y a la pobreza a millones de personas.
El pañuelo distintivo de las Madres de Plaza de Mayo carga consigo similar problema: para muchos compatriotas significó una causa justa y noble en una época muy difícil de nuestro país, pero con el tiempo quienes lo siguieron utilizando se afincaron en posiciones políticas antidemocráticas y prácticas ilegales. Desviaron fondos públicos, practicaron el agravio y el llamado al delito como forma de expresión política y, en definitiva, utilizaron ese pañuelo para agredir y despreciar a buena parte de la sociedad, que nada tenía que ver con el difícil orígen y el contexto que le dieron sentido.
No puedo apoyar entonces, su entronización en este recinto. No, en el sitio donde descansan las más nobles aspiraciones de los próceres de la historia de nuestra provincia. Este recinto debe justamente representar las grandes virtudes de la sociedad. El honor y la buena reputación del servidor público. El respeto por la cosa pública. La observancia de las leyes. El diálogo y la pluralidad. La concordancia en las diferencias. La aceptación de que la democracia es una pluralidad de pensamientos que se conjugan para definir un rumbo común. Tristemente el emblema que tratamos hoy ha sido convertido en una representación más de sordera y prepotencia, que de resistencia pacífica y lucha por la justicia y la democracia. Se ha transformado en un mal ejemplo para la institucionalidad de nuestra provincia y nuestra Nación.
Un emblema que se alejó de la justicia al ser usado en actos de corrupción con dineros públicos. Se alejó de la memoria al olvidar su origen cívico e insultar y denostar a todo aquel que no comulgue con su ideología política. Un emblema que se alejó de la verdad al justificar a quienes pusieron bombas, secuestraron y también mataron pero no desde el Estado, sino desde organizaciones terroristas complejas.
Este recinto es un lugar de diálogo y es en definitiva, el espíritu mismo de la democracia, Sr. Presidente. No podemos establecer aquí un distintivo que ya no representa esos valores y por eso mi voto es negativo para este proyecto. Ojalá el tiempo revierta el penoso estado al que lo han llevado.
Muchas gracias.-
A continuación, dejo constancia de mi voto negativo al expediente D-682/19-20, correspondiente al Proyecto de Resolución antes mencionado.