Lucho Bugallo

De la estrella de la Revolución a Chanel

Parece un cuento de hadas, pero no, sucedió y fue verdad. Parece una fábula de ciencia ficción, pero no, es tal cual se muestra en imágenes.

Parece un cuento de hadas, pero no, sucedió y fue verdad. Parece una fábula de ciencia ficción, pero no, es tal cual se muestra en imágenes. La Habana, capital mundial del la “Revolución” comunista, se lucio de gala para ver desfilar por sus calles de edificios derrumbados, a las exitosas modelos de Chanel luciendo coloridos diseños que los cubanos ni ahorrando durante años podrán pensar en vestir, pero en fin, es lo que el modelo comunista hoy les ofrece, y como no pueden elegir, ni nunca pudieron hacerlo, es lo que hay.

Modelos lucen prendas de Chanel durante la primera pasarela de la casa de moda en La Habana (EFE)

No sirvió de nada el hambre de 11 millones de cubanos a lo largo de más de medio siglo revolucionario. No sirvió de nada los años de cárcel de aquellos padres, que buscando un mejor futuro para sus hijos expresaron su descontento frente a un régimen totalitario y represivo, terminando tras las rejas oxidadas de húmedos calabozos. No sirvieron de nada los millones de niños repitiendo cada mañana “pioneros por el comunismo, seremos como el Che”, en las escuelas ocre de Camagüey, ni los fines de semana de trabajo forzoso en “el campo”, para pagar esa educación “gratuita” que el régimen les imponía. No sirvieron de nada los chivatos que recorrieron pasillos buscando “gusanos” para botarlos del preuniversitario, ni aquellos que escalaron dentro del Partido Comunista entregando compañeros de aula. No sirvieron de nada los miles de cubanos que no volvieron de la guerra de Angola, ni las viejas descalzas que aún recuerdan la entrada triunfante del Che, Fidel y los barbudos de Sierra Maestra. No sirvió de nada la sangre derramaba en Bahía de los Cochinos, ni los muertos en la Sierra que lucharon por la libertad. No sirvieron de nada los miles de cubanos que lanzados al mar en busca de libertad jamás llegaron a la otra orilla. No sirvió de nada la falta de agua y luz, las trincheras absurdas, las balsas y las años de celdas de aquellos héroes de la Primavera Negra. Tampoco sirvió de nada las turbas y golpes en las marchas de las Damas de Blanco, acusándolas de esclavas del Imperio. Como tampoco sirvió de nada la entrega del Che en Bolivia, ni la desaparición de Camilo para tapar la inseguridad de un Comandante celoso de protagonismo, ni los 20 largos años del Comandante Huber Matos, lejos de la libertad.

No sirvió de nada el sacrificio de todo un pueblo durante años, para que hoy hasta Chanel este en paseándose por La Habana disfrutando el más folclórico y soleado de los decorados miserables de este mundo. No sirvió el adoctrinamiento, la ideología, ni la revolución para terminar asumiendo que aquello en lo que se decía creer, no era más ni menos que un verso difícil de mantener.

El verso de la revolución comunista hoy termina por arrodillarse frente al mundo real, hoy cambia su corona de hojalata oxidada con piedras de fantasía que ya no están, por una de brillos, lentejuelas y colores que por años parecían prohibidos.

Hoy la “Cuba de los Castro”, es la vidriera de esa miseria prolija que todas las marcas capitalistas buscan saborear, las mismas marcas que los jerarcas comunistas buscaron en cada uno de los ostentosos viajes por el mundo. Las mismas marcas que prohibieron durante años para su pueblo, pero que gracias al sacrificio de ellos han podido alcanzar.

Hoy Cuba cae rendida al capitalismo, ya no por imposición de las armas, sino por necesidad, por fantasía, y por no tener otra salida más cercana a la crisis en la que ellos mismos han caído a lo largo de 60 insoportables años de comunismo, donde el relato de odio y viejos fantasmas convertidos en enemigos, hoy se convierten en esos ángeles que los van a rescatar. El relato y la fábula se terminó, hoy la realidad y el mundo verdadero toca a las puertas de La Habana, y un pueblo sediento de alegría y normalidad, abre feliz esas puertas tratando que aquello que ya paso, olvidar.