Muchas gracias Presidente,
El planteo mío es muy simple y me llama muchísimo la atención y como bonaerense me decepciona que no haya sido acompañado por los Diputados del Frente de Todos, aunque en honor a la verdad, no me sorprende en lo absoluto.
Sobre todo porque muchos que en éste recinto se autoperciben “representantes del pueblo de la Provincia de Buenos Aires”, pero que en los hechos y éste vale como ejemplo, no son más que
peones o títeres del modelo unitario de la pobreza nacional y popular.
Es imperdonable que quienes deberían representar los intereses de los habitantes de la Provincia de Buenos Aires, bregar por la propiedad privada de nuestros votantes, legislar para brindar garantías y condiciones de estabilidad, a los que generan puestos de trabajo, hacen inversiones, pagan impuestos, impuestos que a su vez son los que pagan nuestros sueldos, que generan desarrollo, “arraigo” como a muchos cínicamente les encanta decir en campaña, ahora hagan un ensordecedor silencio frente al saqueo del Gobierno Nacional a nuestro sector productivo, a nuestras economías regionales y a todos los pueblos del interior.
Mi proyecto, que quiero resaltar que fue acompañado por todo el bloque de Diputados de Juntos por el Cambio, expresa el repudio y preocupación por los decretos 131 y 133, ambos del corriente año, donde se decide aumentar de manera unilateral, las retenciones a la harina y aceite de soja, y por otro lado, crear el Fondo de la Sarasa del Trigo Argentino. Bien digo la SARASA, porque estamos acostumbrados a la creación de mesas de trabajo, comisiones, ministerios, secretarías de la nada misma, que bajo grandes enunciados donde supuestamente buscan resolver algo, no solo no lo hacen sino que agravan los mismo problemas, incluso muchas veces los terminan creando, mientras por otro lado, llenan de ñoquis el Estado y generan más gasto público que terminan pagando después, por supuesto, los contribuyentes. Éste es uno de los pilares fundamentales del modelo de la pobreza nacional y popular.
Lamentablemente el kirchnerismo, y en éste capítulo en particular con Albertto Fermández como actor protagónico, tiene esa increíble capacidad de hacer diagnósticos falsos para después terminar aplicando los remedios equivocados, y justamente por eso, la enfermedad nunca se cura, sino que se agrava.
Las promesas o excusas, mejor dicho, del motivo detrás de éstos decretos, fueron: combatir la inflación, frenar el aumento de los precios de los alimentos que supuestamente ahora aumentan por la invasión rusa en Ucrania y desacoplar precios internacionales de los internos, para evitar seguir generando pobreza. TODO VERSO.
Si realmente les preocupa la mesa de los argentinos, como dicen en cuanta oportunidad tienen, en vez de crear la mesa del hambre, deberían enterarse que los precios suben porque hay inflación, porque hay elevada carga de impuestos en el costo final de los alimentos y porqué un 50% del país es pobre.
Así que para romper el relato de que el campo es el responsable del precio de los alimentos, analicemos los 3 motivos principales de porqué la comida en Argentina es “cara” para los argentinos. Y hago ésta aclaración, porque medida en dólares o para cualquiera que viene del exterior, la comida en Argentina es demasiado barata, el problema es que nosotros somos pobres y nuestra moneda no sirve para nada.
En primer lugar, tenemos a la INFLACIÓN como una de las mentiras detrás de los argumentos para subir retenciones o crear este Fondo de la Sarasa del Trigo.
Una inflación producto de varios factores, todos ellos responsabilidad absoluta del gobierno nacional, de la provincia y por supuesto, de ustedes también, que avalan y legitiman estas medidas: una profunda desconfianza, incertidumbre, elevada emisión monetaria para cubrir el gasto público y la ausencia total de un plan económico.
Sobre ésta última no hace falta agregar nada, ya que todos bien sabemos que el Presidente Alberto Fernández no cree en los planes, lo suyo es la total improvisación, el atar con alambres, la descoordinación dentro de sus ministerios e incluso la falta de diálogo con su propia Vice. Ésto es lo que genera imprevisibilidad y falta de confianza a quienes podrían invertir en nuestro país, para generar trabajo y bajar los índices de pobreza.
Y como muestra de la desorganización y del nivel de mentira dentro del gobierno, con respecto al sector agropecuario, puntualmente. Vale recordar que unos días antes del nuevo aumento de retenciones a los subproductos de la soja, en el marco de Exporagro, era el mismo Ministro de Agricultura, Julián Dominguez, quién descartaba que se estuviera pensado subir los derechos de exportación, con éstas precisas palabras: (pido permiso para leer, Señor Presidente!) “no habrá aumento de retenciones a los cereales ni cierre de exportaciones, son decisiones que el Presidente definió como eje de trabajo y son tareas que me delegó. Hay que despejar incertidumbres y miedos, estamos muy seguros de lo que estamos haciendo”.
¿Y qué fue lo que terminó pasando? Todo lo contrario.
En segundo lugar, otro de los puntos que explica el porqué los alimentos son caros en nuestro país para los argentinos, tiene que ver con la elevada carga impositiva que afecta a toda la cadena productiva.
Cuando uno analiza la composición del costo de los alimentos que podemos encontrar en las góndolas, vemos que prácticamente entre el 40 y 50% del precio, corresponde a la sumatoria de impuestos nacionales, provinciales y municipales. Por ende, es el mismo Gobierno Nacional, los Provinciales y municipales, quienes se quedan con la mitad de la comida de los argentinos, sobre todo de los más pobres. Y ésto, en un país con el 50% de sus habitantes por debajo de la línea de pobreza, es inaceptable, es criminal y más aún, de un gobierno que se autodenomina “popular”.
¿Y por qué hablo del nivel de carga impositiva en los alimentos?
Porque justamente es una de las justificaciones que utilizan en el relato de que “el campo es el responsable de los altos precios”.
OTRO VERSO.
Yo les pregunto, ¿saben cuánto afecta en el costo del kilo de pan, el precio internacional del trigo, por ejemplo? ¿Lo saben?
Como evidentemente no tienen idea, porque de ser así no se repetirían semejantes burradas, les cuento que apenas afecta entre un 10 y 12% del costo total del pan, el costo de la materia prima TRIGO. Mientras que del resto del precio final, se lleva una parte el MOLINO, que paga servicios, impuestos y sueldos; el TRANSPORTE, que gran parte lo gasta en sueldos y combustibles,
si es que consiguen gasoil. Combustibles de los cuales también un 50% son impuestos; el PANADERO que gasta en alquiler, sueldos, luz, gas y en cada uno de éstos ítems también por supuesto paga impuestos. Por lo tanto, del precio final del kilo de pan, el 35 o 40% corresponden a impuestos, mientras que entre un 10 o 12% del costo al trigo.
Así que si quieren bajar el precio del kilo de pan para los más humildes de nuestro país, lo que deberían hacer es empezar eliminando o bajando ese 35% o 40% de impuestos, en vez de castigar a los productores con retenciones o cerrando exportaciones. Porque ese castigo, que en realidad es un desincentivo, que genera menor rentabilidad, por ende, menor superficie de siembra, menor producción y como resultado final, vamos a tener que terminar importando trigo y pagar lo que realmente vale a precio internacional.
Y por último y acá entro al punto central del porqué del rechazo a ésta decisión del Gobierno Nacional de subir retenciones a los subproductos de la soja, que aunque en éste caso particular impacta directamente en la rentabilidad de las industrias que procesan el grano, es obvio que ese ajuste siempre se termina trasladando al primer eslabón de la cadena, el más débil, que son los productores agropecuarios y todo el interior productivo, no solo de nuestra Provincia, sino del resto del país.
¿Y por qué debería preocuparnos como bonaerenses, el nivel de saqueo que el Gobierno Nacional produce a nuestro interior productivo? Es muy simple… y se los voy a explicar con datos duros y concretos, muy simples sobre todo, para que cualquiera pueda entenderlo.
Si tomamos en cuenta, por citar un ejemplo, lo que Nación le saca del bolsillo a la producción bonaerense, SOLO EN RETENCIONES DE SOJA, sin contar el desdoblamiento cambiario, sin contar otros impuestos nacionales, provinciales y municipales, sin contar otras producciones como maíz, trigo, girasol, ganadería, lechería, industrias, pesca, minería, comercios, etc.. Sólo en retenciones de soja, Nación se lleva alrededor de 3.500 millones de dólares por año. Si ésta cifra la llevamos a pesos, supongamos que el dólar oficial existiera, serían unos 400.000 millones de pesos, si
tomamos el dólar verdadero, el que realmente existe y cualquiera puede acceder, ya nos vamos a 700.000 millones.
Ahora bien, de esos 400.000 millones a precio oficial, si lo dividiéramos en los 135 municipios de la Provincia de Buenos Aires, aunque es una división injusta y inequitativa, pero imaginemos que todos los municipios fueran iguales y a su vez que todos fueran productores, ¿saben cuánto es lo que Nación le está robando a los productores agropecuarios de cada uno de los municipios? Son 3.000 millones de pesos, que el Gobierno Nacional le quita directamente del bolsillo a los productores de cada uno de los 135 municipios, sólo en retenciones de soja, sin contar desdoblamiento cambiario, otros impuestos, sin contar otras producciones como maíz, trigo, girasol, ganadería, lechería, industrias, pesca, minería, comercios, etc.
Son dos veces por ejemplo el presupuesto de mi distrito, General Arenales; o casi el presupuesto de Junín, que es de 4.000 millones.
¿Se entiende el nivel de saqueo del que estamos hablando? ¿Se imaginan el movimiento económico que tendríamos en el interior de la provincia y del resto del país, si ese dinero quedara circulando en las economías locales, en vez de ser repartido en provincias deficitarias, o en mantener estructuras políticas en el Estado, manteniendo ministerios que no resuelven absolutamente nada.
Nuestra provincia podría tener 135 mini Dubai´s en el interior, generando una migración interna e inversa, desde los conurbanos al interior productivo, buscando trabajo y mejor calidad de vida, en vez de estar hacinados en la pobreza, comiendo de la mano del intendente de turno que los somete a cambio de bolsones y promesas.
Ese es el daño irreparable que están generando con decisiones que van en la dirección contraria al sentido común. Porque ni siquiera estoy hablando de derecha, izquierda, capitalismo o comunismo, hablo de usar la cabeza, de razonar, de tener un poco al menos de sentido común.
¿A qué llamo usar el sentido común? Facilísimo. Si tuviéramos un gobierno de seres pensantes, en vez de resentidos ideologizados, deberíamos estar aprovechando la suba de precios internacionales de los commodities, que generó la invasión rusa en Ucrania, para poder exportar el doble, aprovechar a ganar nuevos mercados y así generar más dólares que hoy tanto necesitamos.
Deberíamos estar bajando retenciones y generando incentivos, para aumentar la rentabilidad en las zonas marginales, para que los productores puedan sembrar el doble de lo que hoy siembran, para que puedan fertilizar más, reponer nutrientes, lo cuál crecería exponencialmente el rendimiento, habría más movimiento de camiones, generando más trabajo, más servicios, más consumo de combustible, mecánicos, electricistas, comercios, más venta de maquinarias, insumos, lo cuál generaría una mayor producción, no solo para abastecer el mercado interno con mucha oferta, sino también poder tener más saldo exportable para que ingresen más
dólares a nuestro país.
Pero ¿saben qué?. Irónicamente el Gobierno decidió hacer todo lo contrario, subir retenciones, cerrar exportaciones, eliminar los incentivos, burocratizar la comercialización, etc… En fin, castigar a los que producen.
Así que, Señor Presidente, lamentablemente nuestro país, en manos del kirchnerismo, es el país del mundo del revés.